CAPITULO I-VI
Al despertar Raskolnikov y conversar un poco
con su hermana y madre por fin les dijo con sinceridad especialmente a Dunia
que no quería saber nada de su boda ni de Lujin y que elija entre su hermano o
su prometido. Su madre Pulkeria Alejandrovna como vio que su hijo estaba tan
mal no quería dejarlo ni un segundo, hasta pretendió convencer a la Patrona de quedarse,
pero Razumikhin que ya se había dado a conocer como fiel amigo de Raskolnikov
sabía que no lo iba a permitir por sus celos especialmente hacia Abdocia
Romanovna, esa mujer que el sin disimulo bajo los efectos del alcohol y la
emoción devoraba con los ojos. Al final
Razumikhin las convenció de ir al lugar de mala muerte que Lujin les había
reservado. Todo se puso en práctica bajo las promesas que les hizo a las
mujeres de estar cuerdo, visitar como estaba Raskolnikov cada hora y llevarles
al médico para que les de su propio pronostico. Todo lo cumplió. Las mujeres
despertaron grandes deseos, especialmente Abdocia Romanovna en cuanto la vieron
Razumikhin y Zossimov. Entre otra de las cosas descabelladas Razumikhin le
propuso a Zossimov enamorar a la Patrona y disfrutar de todas las comodidades
que el tenia
A las siete del día siguiente. Razumikhin despertó angustiado porque se recordaba la noche anterior como un desvergonzado y cínico. El vino le hizo decir la verdad y le revelo la vileza de su corazón envidioso que sentía por Lujn directamente a Dunia preso de celos. Pronto se presentó ante ellas y les pidió disculpas por su comportamiento. Entre otras cosas hablaron de la insolencia de Razumikhin, de la gravedad de su enfermedad, del matrimonio que tenía el con la hija de la patrona y de una carta que Lujin les dio a las mujeres en la que específicamente declaraba que no quería a Razumikhin en la cena de la noche por los tratos que le había dado. Como ya se hacia tarde los tres se dispusieron a ir a la casa de Raskolnikov. Notaron que estaba mejorado. Este las recibió con cariño, pero por lo que había hecho apenas se podía referir a ella. Las dos sentían temor. Toda la conversación tenía algo de tenso. A parte de que hablaron del esposo de Marta Petrovna como el culpable del asesinato también le mostraron a Raskolnikov la carta de Lujin y las injurias que en ella decía, ellas le rogaron que no hiciera caso a las peticiones de Lujin al no quererlo tener cerca sino antes al contrario que asista en la noche, el asintió. Le hicieron la misma invitación a Razumikhin. De repente observaron que una mujer entraba al cuarto, era Sonia Marmeladov, Raskolnikov la presento e hizo que se sentara junto a su hermana y su madre, pero ella avergonzada sabía que no era digna de estar al lado de ellas, le confeso que la enviaba Catalina Ivanonva para que asistiera al sepelio en forma de agradecimiento. Sonia era la mujer que le atraía. Ella todo el momento estuvo inquieta al darse cuenta de las condiciones de pobreza de Raskolnikov. Pulkeria Alejandrovna y Abdocia Romanovna decidieron irse. Mientras tanto se daban suposiciones del comportamiento de Raskolnikov como si lo que le estuviera pasando se debía a la separación con ellas y también Puleria Alejandrovna le confeso inquietud frente a Sonia. En el cuarto a Raskolnikov se le vino a la mente recuperar el reloj de su padre pues su madre iba a preguntar por él y este lo había empeñado. Le pregunto a Razumikhin sobre Porfirio Petrovich que era el que interrogaba sobre los objetos de la vieja. Los dos ingeniaron un plan para hablar con Porfirio sobre la devolución del reloj. Se dirigieron donde él vivía. Durante el recorrido Sonia se despidió presa de nerviosismo pues Raskolnikov iba a ir a su apartamento después. Razumikhin le confeso que a Raskolnikov que Porfirio Petrovich estaba muy interesado en conocerlo. Entre risas al llegar al apartamento de Porfirio Petrovich se presentaron, hablaron un poco sobre el reloj, sobre su enfermedad ante ciertas preguntas, el artículo de Raskolnikov fue el centro de conversación entre el tema de los hombres ordiarios y hombres extraordinarios. Todo estaba saliendo perfecto hasta que Porfirio Petrovich termino por interrogarlo disimuladamente sobre el asesinato a Raskolnikov pues sospechaba de él. Trato de hacerlo caer en una trampa. En la calle por fin, camino a la cena con Dunia, Razumikhin estaba tan enojado por la forma en que este último le había hablado a su amigo que no se contenía mientras Raskolnikov se sentía preso en temor pues al siguiente día debía asistir a un interrogatorio con Porfirio. Llegaron al departamento, pero el no entro, se alejó y dejo a Razumikhin. Raskolnikov se dirigió a su habitación a ver el escondite disimulado donde había ocultado los objetos, se tranquilizó al no encontrar nada y salió. Llego a la puerta de la cochera y al escuchar la voz del vigilante que lo señalaba se dirigió hacia él, estaba acompañado de un hombre que lo observo y se retiró sin decir una palabra. El vigilante explico que este hombre estaba preguntado por el. Raskolnikov lo persiguió para preguntarle qué era lo que quería, el hombre después de un largo silencio pronuncio: ASESINO y se retiró con un odio fulminante. El joven quedo clavado en la esquina, trémulo de espanto, volvió a su casa. Permaneció inmóvil por mucho tiempo sobre su diván, recordaba hasta lo más insignificante de su vida, se preguntaba también como era posible que odiara a su madre y hermana cuando las amaba y ese hombre extraño. Al sentir los pasos de Razumikhin se hizo el dormido y este se fue. Se consideraba un gusanillo. Pronto se echó a dormir. Después de un sueño en el que el perseguía a aquel hombre extraño y encontraba a la vieja aparentemente viva, escuchaba voces que se le burlaban, estremeció tanto y grito cuando despertó. Respiraba afanosamente, con dificultad, pero como cosa rara en el umbral observo que un hombre desconocido no le quitaba la mirada. De pronto cerró la puerta, se aproximó a la mesa, se sentó en una silla. Raskolnikov se incorporó de súbito. El desconocido se presentó como Arcadio Ivanovich Svidriqaitov.
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