CAPITULO I-V
Pedro Petrovich por otra parte estaba con un
gran despecho por lo sucedido con Dunia. Su compañero de cuarto era Andrés
Semionovich Lebeziatnikov. Durante toda la mañana solo tuvo disgustos y
contrariedades especialmente con él por sus diferencias de pensamiento. Ambos
no se soportaban. Se enteró por medio de Lebeziatnikov en primer lugar que
Raskolnikov asistiría al sepelio al que también lo habían invitado por parte de
Catalina Ivanovna, pero no pensaba ir y en segundo Lebeziatnikov le comento un
poco de Sonia, el aprecio que le tenía, las ideologías que quería que apoyase
junto con él y la comuna en busca de la libertad de la mujer. Pedro Petrovich
tuvo gran interés en que ella fuera a verlo en presencia de su compañero de
habitación. Así paso, Pedro Petrovich hablo con Sonia, se disculpó por no poder
asistir al sepelio y como ayuda le propuso hacer una suscripción o rifa y le
dio diez rublos. Sonia agradeció este gesto. Al retirarse Sonia Lebeziatnikov,
se aproximó a Pedro Petrovich y le tendió la diestra por lo que su noble
corazón había hecho. El sepelio de Marmeladov no salió nada bien, Raskolnikov y
Sonia hicieron compañía a Catalina Ivanovna entre otros que le daban las condolencias.
Mientras Catalina Ivanovna discutía con unas alemanas sobre su honorabilidad entro
Pedro Petrovich, algo muy grave sucedió, este hombre culpaba a Sonia de robarle
cien rublos, efectivamente cuando le buscaron en los bolsillos estaba el dinero,
pero todo era una calumnia que pronto Lebeziatnikov junto con Raskolnikov
esclarecieron haciendo quedar a Pedro Petrovich al descubierto. La desilusión
que experimentaba Sonia era penosa y como presa de su corazón salió de ese
lugar corriendo hacia su casa. Amelia Ivanovna culpo de todo lo sucedido a
Catalina Ivanovna y por su altanería con ella la corrió. Este momento
Raskolnikov lo aprovecho para ir a hablar con Sonia, tenía que contarle el
crimen cumplir con su palabra. Al llegar al departamento Kapernaumov sintió que
sus fuerzas lo abandonaban. Abrió bruscamente la puerta, Sonia le agradeció por
defenderla. Raskolnikov le manifestó que Amelia Ivanovna desalojaba a su
madrastra y hermanos y que Catalina Ivanovna había salido con el propósito de
buscar justicia. Le suplico que la escuchara un minuto y entre tantos atajos al
fin le dijo que era el autor del crimen. Sonia parecía fuera de sí, se estremeció
y le beso los pies porque mayor era su sufrimiento, no podía creer lo que le
había dicho y le pidió muchas explicaciones. Ella juro no abandonarlo. Le
propuso que se entregara a las autoridades. Raskolnikov no lo acepto porque aun
consideraba que tenía fuerzas para luchar, pero si se consideraba un miserable
cobarde pues a causa de su confesión la persona que amaba iba a sufrir. En ese
momento alguien dio tres golpes en la puerta era Lebeziatnikov. Dirigiéndose a
Sonia concluyo que Catalina Ivanovna se había vuelto loca, que quería tomar a
sus hijos para tocar el organillo por las calles mientras los niños bailan y
cantan para implorar caridad publica, no permitía que le digan nada. Sonia se
precipito en su busca. Raskolnikov por su parte fue a su casa y mientras
pensaba lo desdichada que sería ahora Sonia con su confesión entro su hermana a
hablar con el impulsada por el afecto fraternal, le dijo que entendía su estado
a causa de las explicaciones de Dimitri, que lo hacía porque lo atormentaba una
sospecha, Raskolnikov por su parte simplemente le dijo que Dimitri era un buen
partido. Una vez solo se centró en Sonia, abandono el cuarto y escucho que lo
gritaban de lejos, Lebeziatnikov le explico que Catalina Ivanovna puso en práctica
su plan y que Sonia estaba trastornada. Llegaron al lugar en el que se
presenciaba todo, las personas se reían de la familia mientras los niños
lloraban y cantaban. Raskolnikov trato de convencer a Catalina Ivanovna de que
no haga esa escena, pero no lo logro. Hasta los niños escaparon. Su madre se enfermó
tanto, tocia incesablemente, la tuberculosis la afectaba cada vez más hasta que
la llevaron a casa de Sonia en la que después de la llegada del sacerdote y
medico murió encargándole sus hijos. Todos la abrazaban, oraban y lloraban.
Entre los presentes apareció Svidrigailov aprovecho para acercarse a
Raskolnikov y confesarle que se encargaría de todas las cuestiones funerales y
que tanto Polia, Kolia y Lenia irían a un orfanato que al cumplir la mayoría de
edad recibirán mil quinientos rublos a cada uno con el objeto de que Sonia este
tranquila. Explícitamente dijo que lo haría porque Catalina Ivanovna no era un
gusano como la vieja usurera. Raskolnikov sintió escalofrió al escuchar las
mismas palabras que unos instantes antes le había pronunciado a Sonia, entonces
concluyo que él también estaba enterado de su secreto.
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